Tal belleza

Cuentan que había una mujer tan bella que a nadie dejaba indiferente. Los hombres se morían de amor por ella o la deseaban tanto que eran presa de una violencia feroz con tal de poseerla. Las mujeres se morían de envidia y eran capaces de los más atroces actos para hacerla desaparecer o se obsesionaban tanto con ella que acababan por enloquecer. La mujer, que más que un don consideraba su belleza como una cruel maldición, se acabó encerrando en una cueva perdida en el Desierto de la Media Luna, hasta que un día llegó a la entrada un escuálido hombre que, al verla, le dio una extraña máscara y dijo estas palabras.
Tal belleza que desprecia
de manos de hombres o dioses
cualquier cosa creada.
Tal belleza que desalienta
a los ángeles que sus cabellos peinan.
Tal belleza que eclipsa las estrellas,
indignas de contemplarla.
Tal belleza que yo soy indigno
siquiera de soñarla.
Introducción: Ángel Torezano
Poema: Fco. Córdoba, Sombra y penumbra
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