Lumina
Este arbusto forma matorrales en lugares frescos y húmedos en los que no haya obstáculos que impidan el paso de la luz de la Luna Blanca, su principal sustento además del agua y la tierra.
Sus hojas son acorazonadas con márgenes toscamente dentados. Sus flores desprenden un intenso aroma de noche cuando son azuzadas por el viento. Los que han percibido su olor lo han descrito como algo extremadamente seductor, aunque los viajeros experimentados saben muy bien que deben evitar seguir su rastro porque conduce a una perdición segura.
Es por la noche cuando esta planta se vuelve más peligrosa para los incautos. Al caer el sol, las flores de la lumina comienzan a abrirse. Tienen un aspecto globoso y lanudo, parecido al de los dientes de león cuando están maduros pero mucho más grandes, y brillan con un tenue resplandor blanquecino que puede verse a cientos de metros de distancia en terreno despejado. Emiten luz de luna hasta en las noches cerradas, luz que han ido almacenando noche tras noche.
Los que han seguido su rastro dicen que contemplar la lumina es un espectáculo de una belleza sublime, aunque son muy pocos los que lo han contado porque se cree que aspirar su aroma produce una caprichosa amnesia. Entre el populacho se dice que no se debe mirar fijamente estas flores porque son capaces de hechizar a quien lo haga. No sería la primera vez que se encuentra a algún viajero solitario que vaga sin rumbo y sin saber quién es o adónde iba en los parajes donde crece este arbusto. Muchos viajeros incluso desaparecen sin dejar rastro y no se les vuelve a ver jamás.
Etiquetas: flores, herbolario, lumina