Mosca y araña

A veces, en la oscuridad de las minas de carbón de las Montañas Grises, se escucha un susurro que canta esta canción. La voz rezuma malicia y es áspera como la misma piedra, pero nadie ha visto nunca a su dueña. Los mineros, con los vellos de punta, dicen que es el fantasma de una mujer llamada Vesial que vivió hace tiempo en los bosques que rodean la ciudad. Una mujer que se quedó viuda las doce ocasiones en que se casó, y que hubiera enviudado más veces de no ser porque sus vecinos decidieron tomarse la justicia por la mano y la asesinaron en las cavernas de la montaña. Según cuentan, fue un asesinato cruel y brutal. Lo hicieron porque estaban convencidos de que era la mujer quien, cual viuda negra, mataba fríamente a sus maridos para heredar sus riquezas.
Pobre mosca ingenua y tonta,
pobre, pobre, que la araña acecha.
Teje, teje, teje en su tela,
aguarda silenciosa, calma espera.

TelarañaGira la mosca, que en el aire vuela,
y de un mal giro acaba en la tela.
La araña corre con sus ocho patas,
bien satisfecha, le aguarda la cena.

Pero al llegar a la mosca, algo pasa,
¡sale volando como si nada!
Ríe la mosca, se enfada la araña,
su ilusión truncada con una guadaña.

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