Templo de la Llama Eterna
Situado en plena falda de la montaña de fuego se halla el Templo de la Llama Eterna. Se construyó el año 2.224, en los Años Oscuros en que los dos señores del mal tomaron posesión de la isla de Hermile, dominando el Reino de Ygnalia. Por aquel entonces, las tinieblas se cernían sobre la isla como un mar asfixiante que mataba cualquier forma de vida hasta no dejar rastro de ella. Mucho se perdió entonces, aunque no fuera en vano.
Los escasos habitantes de Hermile que lograron escapar se refugiaron en las Cavernas Llameantes que se extendían bajo Famuhn, la montaña de fuego, único lugar que no estaba completamente cubierto por la oscuridad. Nadie sabe cómo sobrevivieron allí. Lo cierto es que lo hicieron, y no sólo eso, sino que emergieron de las fauces de la tierra con fuerzas renovadas.
Se hacían llamar los seguidores de la Llama Eterna y se dice que en su mano llevaban un fuego tan intenso que por allí donde pasaban las densas tinieblas desaparecían para no volver. Clavaron aquel fuego en la falda de Famuhn, y desde allí se extendieron por la isla como una ola de fuego que lo arrasaba todo hasta las cenizas. Sin piedad, implacables, avanzaron hasta llegar al Castillo Flotante, el castillo de los dos señores del mal. Y la llama se enfrentó a la oscuridad.
Se sabe que la batalla fue encarnizada y brutal, pájaros de fuego danzaron en el aire y las cenizas lo cubrieron todo. La única forma de purificar la tierra de esa enfermedad era hacerla arder hasta sus más profundos cimientos. Y la tierra tembló. El Castillo Flotante aplastó uno a uno a los seguidores de la Llama Eterna, pero cuando todo parecía estar perdido, el último de ellos se arrojó a la boca de la montaña. Se cree que una enorme lengua de fuego —o puño de la venganza, como la llamaron los historiadores más adelante— emergió como un látigo y subió hasta el cielo, y que golpeó al Castillo Flotante con tal devastadora fuerza que, mientras ardía hasta las raíces y no quedaba de él más que ruinas carbonizadas, cayó al Mar Profundo. Nunca se volvió a saber de él.
Nadie quedó con vida, pero el fuego intenso que clavaron en la falda de Famuhn nunca se apagó, y allí donde se encontraba construyeron un templo, el Templo de la Llama Eterna, y dicen que mientras brille su llama las tinieblas nunca volverán.
Fueron los hijos del fuego que no se encontraban allí quienes contaron esta historia, reproduciéndola de boca de la Llama, cuando llegaron a Hermile y la encontraron devastada.
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