Volcanira

Se trata de un arbusto leñoso que necesita mucho calor para sobrevivir, por lo que se suele encontrar en zonas volcánicas. Tiene gruesas raíces con las que absorbe los minerales del subsuelo y, gracias a las altas temperaturas, los transforma en espinas y hojas dentadas de un metal rojizo, tan afiladas que son capaces de cortar el cuero con sólo rozarlo.

Tiene pequeñas flores rojas que nacen cada varias decanas, siempre que el calor sea suficiente. Todas las volcaniras de una misma zona maduran a la vez. Las flores se transforman después en pequeñas bayas rojas en las que el arbusto acumula el calor. Cuando llegan a su límite, se vuelven extremadamente explosivas.

Bayas de VolcaniraAl estallar la primera baya se origina una reacción en cadena que hace saltar por los aires todos los matorrales de la zona, destruyéndolos irremediablemente y lanzando una lluvia de hojas afiladas en el proceso que destruye todo lo que encuentra a su alrededor. Así es cómo el arbusto libera y esparce sus semillas. Tras haber explotado, el ciclo del arbusto comienza de nuevo.

Cuando la zona volcánica es lo suficientemente grande, la volcanira tiende a formar laberintos de caprichosas formas, tan caóticos como mortíferos, aunque sólo perduran las decanas que tarda el arbusto en recopilar el calor necesario para que exploten las bayas otra vez.

VolcaniraHay algunos libros de botánica que hablan sobre este extraño arbusto. Uno cuenta que hubo un temerario inventor que trató de usar las bayas de la volcanira en la batalla, pero que eran tan inestables que al intentar transportarlas explotaban súbitamente. Se cree que aquel inventor tuvo un aciago final. En otro se habla sobre unos hijos del bosque que, miles de años atrás, transportaron la volcanira hasta sus tierras, manteniéndola viva de alguna forma. La plantaron en la falda de un volcán que amenazaba con entrar en erupción y arrasar sus bosques. El arbusto creció y se reprodujo hasta que apaciguó para siempre la ira del volcán.

En la actualidad, se sabe que este arbusto crece en Hermile, rodeando con sus laberintos mortales el Templo de la Llama Eterna, alrededor de Famuhn, la Montaña de Fuego.

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