Valle de las Luces
Ubicado en la falda norte de las Montañas Medas, el Valle de las Luces se extiende de norte a sur arropado por bosquecillos de arces, fresnos y abedules. Un manto de hierba lo cubre por entero, alimentado por la fresca humedad y graciosos riachuelillos, dándole un color verde intenso. El musgo cubre las rocas con su vistosidad aterciopelada y setas de variadas especies llenan todos los rincones. Es un lugar encantador habitado por manadas de caballos salvajes que corren al galope con brillantes crines, llenos de orgullo. Hasta hay rumores de que se ha avistado un unicornio negro, la clase de unicornio más rara que existe, más mística incluso que la blanca o la gris.
El valle se llama así porque, al llegar la noche, se ilumina con las luces de la lumina que allí crece. La lumina es un arbusto cuyas flores se abren por la noche y que emiten un suave resplandor blanquecino y un perfume embriagador.
Entre el populacho se dice que no se debe mirar fijamente a estas flores, ya que son capaces incluso de hechizar a quien lo haga, por eso la gente no suele internarse en este misterioso lugar. No sería la primera vez que se encuentra a algún viajero solitario que vaga por esos parajes sin rumbo y sin saber quién es o adónde iba. Los que sí suelen atravesar el valle con frecuencia son los sacerdotes de la Diosa Blanca en busca de la Senda Escarpada que conduce, ascendiendo a través de las Montañas Medas, al Observatorio Lunar. Claro que, según la plebe, ellos están protegidos de los encantos del valle gracias a la bendición de su diosa.
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